Es curioso
como una película puede enseñarnos un poco sobre nosotros mismos. Esto lo digo
no tanto por los temas que toca Chappie
(llegaremos a eso en un momento), sino porque esta película me hizo ver que es
imposible deslindarse completamente de las preferencias personales por más
parcial que uno intente ser. Esto lo traigo a colación porque al salir del cine
estaba encantado con Chappie, listo
para llamarla “una de las mejores películas del año” y todo eso, pero cuando
más me puse a pensar sobre ello, me di cuenta que mi afición por el género de ciencia-ficción
me estaba haciendo pasar por alto las muchas fallas de esta película.
Chappie
nos cuenta la historia de (adivinen) Chappie (Sharito Copley), un robot al que
se le otorga una avanzada inteligencia artificial que es muy similar a la
conciencia humana. Lo que podría ser un interesante experimento en robótica (o
incluso el siguiente paso de la evolución humana), se sale de control cuando
Chappie cae en las manos de un pequeño grupo de criminales que empezaran a “enseñarle”
como debe comportarse y convertirlo en una herramienta para ayudarlos en sus
propias actividades ilícitas.
Las primeras
comparaciones son demasiado obvias pero aun así tengo que mencionarlas: aquí tenemos
una versión más del cuento clásico de Pinocho pero siendo justos, esta analogía
casi siempre viene de la mano en cualquier historia que involucra robots y/o
inteligencia artificial, y por otro lado la película no se centra en que Chappie
quiera ser “un niño de verdad”, es más una metáfora de un ciclo en cuanto a tecnología,
de cómo el ser humano crea algo y ese algo cambia su entorno y a la vez al ser
humano mismo. Si eso suena demasiado pretensioso o mamon, es porque yo estoy haciéndolo
sonar así, ya que la película es relativamente simple y nunca lleva estos
conceptos al extremo de que fuerce al espectador a compartir su punto de vista.
Este
concepto de relación entre humanidad y tecnología es lo suficientemente
interesante por sí solo, pero no es ni de cerca el único tema que trata la
cinta, de hecho podría decirse que su tema principal es sobre interacción
familiar. Durante la película se hace muchísimo hincapié (tal vez demasiado) en
que la inteligencia artificial de Chappie es muy similar a la de un niño
pequeño, que si bien tiene una capacidad impresionante de absorber e
interpretar información, no puede hacerlo completamente solo, necesita de
alguien que lo ayude, alguien que le enseñe sobre lo que significa ser un
humano. Es aquí donde podría considerarse la historia como una “tragedia” ya
que los criminales que “adoptan” a Chappie empiezan a criarlo de la manera que
a ellos más les convenga, y al hacerlo vemos una dinámica semejante a la de una
familia disfuncional, y no de una manera graciosa.
Si todo esto
les suena siquiera remotamente interesante es porque lo es, pero aunque el film
este lleno de ideas provocativas, la ejecución de muchas de ellas es sumamente
deficiente. Por un lado, la trama tiene tantas fallas y huecos que es
imposibles pasarlos por alto (y miren que de verdad intente hacerlo), pero
desafortunadamente no puedo dar muchos detalles sin dar spoilers, solo digamos
que en muchas ocasiones se sacrifica la lógica y el sentido común con tal de
que la trama siga su curso. Por otro lado tenemos a un villano predecible y
aburrido interpretado por Hugh Jackman, cuyo personaje es probablemente el más
triste en cuanto a potencial desperdiciado. Jackman interpreta a un ingeniero
que no está totalmente de acuerdo en la integración de inteligencia artificia y
la robótica, lo cual podría dar pie a un debate muy interesante en cuanto a
este tema, pero en lugar de eso la película no pierde el tiempo en designarlo
como el villano en turno, echando por la
ventana un elemento que bien pudo enriquecer aun más la historia.
En cuanto a
lo visual, los efectos especiales son bastante buenos y aunque en ocasiones se
ven más ostentosos de lo que deberían, nunca dejan de verse relativamente
realistas, sin embargo muchos de los homenajes y referencias visuales a otras
historias semejantes son demasiado obvias y en muchas ocasiones rayan en el plagio,
desde peliculas como Appleseed, Ghost in the Shell, I, Robot o incluso el propio Robocop;
de hecho al inicio de la historia parece que esta película es una secuela no autorizada
al reboot de Robocop del año pasado.
Hablando de actuaciones tenemos un poco de todo, desde las
lastimosa mente malas como las de Ninja y Yolandi (no es broma, así se llaman
los “actores” y también sus personajes), quienes interpretan a los ya antes
mencionados criminales; las regulares como las de Dev Patel; pasando por las
desperdiciadas como las de Sigorurney Weaver y Hugh Jackman y terminando con
las buenas como la Sharito Copley, quien no solo se encarga de darle voz a
Chappie, sino que también se encargo del “Motion Capture” para el personaje.
A final de
cuentas Chappie es una película sumamente
interesante en muchos niveles, de esas que pueden dar pie a muchas y muy
interesantes conversaciones al salir del cine, pero sus fallas son tantas que
es imposible no notarlas. El problema más grande con la película (aparte de la manipulación
emocional) son los huecos en la historia que rompen la ilusión de realismo que con
tanto esfuerzo se intenta mantener, y eso si dejamos de lado el tercer acto que
parece ser sacado de una película de acción cualquiera y que desentona
completamente con el resto de la cinta. Si son fans de la ciencia-ficción o del
director (Neil Blomkamp), valdría la pena checar Chappie en el cine, pero para todos los demás estaría bien echarle un
ojo, pero solo cuando salga en DVD o la transmitan por televisión.
Chappie:
3/5. Buena.
Mejor que:
Robocop (2014), Yo, Robot (2004)
No tan buena
como: Ghost in the Shell (1995), Distrito 9 (2009)
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