Además de
los lunes, también odio el box; bueno… no realmente pero la sección se llama “Odio
los lunes y…”, no “Soy indiferente a los lunes y…” ¿Qué se le va a hacer?
Aunque no soy fanático de ningún deporte en particular (a menos que comer pizza
y/o jugar videojuegos pueda considerarse un deporte) entiendo o pretendo
entender el concepto detrás de ellos: eventos en que se pone a prueba dos o más
bandos de participantes, de manera individual
o grupal, usando normas fijas en una competición que usualmente tiene como
objetivo probar de manera física la superioridad de un bando sobre el otro;
esto del lado del deportista, para el espectador la definición es mucho más
sencilla: una excusa para beber y/o juntarse con los amigos, no necesariamente
en ese orden.
La mayoría de
la gente por alguna u otra razón tienen un deporte favorito (usualmente el
futbol) pero el box es probablemente el único que podría considerarse que apela
a cualquier tipo de espectador porque, y seamos completamente francos aquí ¿A quién
no le divierte ver a dos personas moliéndose a golpes en un entorno controlado
donde, si todo sale bien, no hay fatalidades? El concepto es relativamente
simple: dos oponentes entran al ring y solo el vencedor sale… seguido del
perdedor, pero solo el vencedor es quien se lleva a casa un cinturón chistoso y
poco práctico.
Lo que me
resulta más curioso de este deporte es como puede equilibrar de manera casi
perfecta la noción de entretenimiento en una “sociedad civilizada”. Por un lado
se establecen reglas y parámetros que dan forma al deporte, lo cual es de esperarse
en una “civilización”, pero al mismo tiempo esto no cambia el hecho de que es
la evolución de una práctica que, si le entendí parcialmente al principio de 2001: Una Odisea en el Espacio (y soy el
primero en aceptar que muy probablemente no le entendí nada) se ha presentado
en la conducta humana desde el principio de los tiempos: moler a golpes a una facción
rival. Lo interesante es como el entorno hace la diferencia completamente. Dos
sujetos agarrándose a golpes en un espacio confinado, con muchos espectadores,
reflectores, cobertura de prensa y una tonelada de publicidad: eso es un
deporte “de hombres”, una práctica digna de caballeros, pero si quitamos de
todos elementos con excepción de los weyes agarrándose a moquetes, de pronto la
práctica se vuelve una barbarie, un acto salvaje que denigra al ser humano… eso
o el inicio de “Project Mayhem”, pero no puedo hablar de ello, la primera regla
y todo eso (a quien le entendió a ese chiste sin fijarse en la imagen de la derecha, mis respetos).
Como en
cualquier deporte, la línea entre competición y simple espectáculo es borrosa
(si es que tal línea existe), pero en ninguna de estas dos facetas el box me
llama la atención. No me malentiendan, no es que menosprecie al boxeador como
deportista ni mucho menos, en lo que a mí respecta se gana por completo mi
respeto al someterse a una clase de castigo físico que yo nunca podría
soportar, simplemente no le encuentro mucho chiste a este particular deporte,
aun cuando es algo que ni en mis mas alocados sueños yo podría hacer; por el
lado del espectáculo, tal vez sea porque soy demasiado infantil pero si los
participantes aprenden a lanzar bolas de fuego de las manos o algo así, entonces
SI sería un espectáculo entretenido para mí. A final de cuentas solo hay dos
boxeadores cuya carrera realmente me ha importado en algún momento: Rocky y
Little Mac. A riesgo de que mi actitud sea completamente desaprobada por
Sylvester Stallone (porque estoy casi seguro de que él es un gran seguidor de
este blog), tengo que decir que, para bien o para mal, no me importa un carajo
el box, aun cuando, si mi estimación es correcta, estemos en el siglo 619, 234 (con eso de que casi siempre todas las peleas de box son "la pelea del siglo...")
Y por eso
odio el box. Y también los lunes.
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