El medio del
cine es tan competido que si no puedes hacer destacar tu proyecto de alguna
manera, ya sea una buena historia, buenos personajes, efectos especiales
interesantes o cualquier otro elemento del mundo cinematográfico, una producción
se verá condenada al olvido casi inmediatamente, no por ser necesariamente
mala, sino por no sobresalir lo suficiente, como es el caso en 24 Horas Para Vivir, una película que
terminará perdiéndose en la memoria al igual que otras tantas películas de acción
de bajo presupuesto.
En 24 Horas Para Vivir veremos a un asesino
asueldo tratar de cobrar venganza en el poco tiempo que le queda de vida. El
mercenario Travis Conrad (Ethan Hawke) es contratado por un poderoso empresario
para asesinar a una mujer, trabajo en el que Travis no solo fracasa sino que es
asesinado. Después de ser expuesto a un tratamiento médico experimental, Travis
vuelve a la vida por un tiempo limitado. Ahora con tan solo 24 horas más de
vida, Travis deberá enmendar los errores de su pasado y tratar de redimirse
antes de que sea demasiado tarde.
La película
evidentemente cuenta con muchas limitaciones ya que no es la mega producción cinematográfica
estrafalaria a la que estamos acostumbrados a ver en la pantalla grande, pero
aun con sus limitados recursos el filme logra darnos una historia entretenida,
tal vez no precisamente original, pero lo suficientemente buena como para
mantener nuestra atención. Otro ejemplo de esto son las escenas de acción, las
cuales no son nada del otro mundo pero logran ser lo suficientemente buenas
como para inyectar un poco de emoción a la historia.
Sé que sueno
a disco rayado, pero de nuevo, las limitaciones de la producción son evidentes
y en ocasiones pueden causar uno que otro agujero argumental, como el hecho de
que la historia se desarrolla durante un periodo de 24 hora pero todas las
escenas parecen suceder a medio día, incluso cuando los personajes dicen que son
las 4 de la mañana y aun así podemos ver el sol en todo lo alto. Puede que lo
anterior no sea más que una nimiedad, pero no deja de romper con la ilusión que
la película pretende vendernos.
Los
personajes son tan genéricos como puede ser humanamente posible, incluyendo
pero definitivamente no limitándose al protagonista, quien, como en muchas
otras películas de acción, se trata de substituir su falta de personalidad con
una historia trágica, una que la película se dedicara a recordarnos cada tres
segundo, algo que se vuelve demasiado monótono después de la tercera o cuarta ocasión
en la que sucede.
Y aquí va el
discurso que tantas veces he repetido y que muy probablemente seguiré
utilizando en el futuro: 24 Horas Para
Vivir no puede llamarse mala, pero tampoco es precisamente buena. La acción
es genérica, la historia termina mucho antes de lo debería, haciendo que los últimos
veinte minutos sean paja innecesaria y la mayoría de los giros en la trama son
tan obvios que no lograran sorprender a absolutamente nadie. Esta película no demanda
demasiado de tu atención y puede servir como “ruido de fondo” mientras haces
casi cualquier otra cosa en la comodidad de tu casa. Entretenida, pero no lo
suficiente como para verla en el cine, a menos que literalmente no tengan nada
mejor que hacer.
24 Horas
Para Vivir: 2/5. Meh.
Mejor que: El
Plan Maestro (2016), El Gran Huracán Categoría 5 (2018). Esta última sí es muy
mala, pero es tan mala que resulta más memorable que esta 24 Horas Para Vivir.
No tan buena
como: El Último Disparo (2017), La Trampa (2017), El Precio del Mañana (2011),
Crank (2006), Crank: Alto Voltaje (2009)
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