Es triste
pensar que las pellicas decentes del cine mexicano comercial sean la excepción
en lugar de la regla, por lo que aun cuando un producción mexicana no sea
precisamente innovadora u original, el simple hecho de no me cause un aneurisma
cerebral ya es ganancia, como fue el caso de Guadalupe Reyes, una comedia que dista de ser sobresaliente pero
cuenta con suficiente cálida como para no considerarse como un crimen contra la
humanidad, como usualmente suele suceder con las comedias mexicanas.
En Guadalupe Reyes veremos a un par de
amigos en un maratón de fiestas. Han pasado varios años desde que Hugo (Juan
Pablo Medina) y Luis (Martín Altomaro) se perdieran la pista y cada quien
tomase un rumbo diferente en sus vidas, sin embargo, cuando ambos comienzan a
sentirse nostálgicos por su vieja amistad, Luis y Hugo se reúnen una vez más
para celebrar el maratón “Guadalupe Reyes”, 26 días de fiesta continuos que les
harán recordar las cosas verdaderamente importantes en la vida.
La historia
del filme es demasiado sencilla, y todos los giros y “sorpresas” de la trama se
ven venir a kilómetros de distancia, sin embargo, hay varios factores que
evitan que el filme se vuelva del todo monótono. Los protagonistas tienen muy
buena química, y aunque sus personajes sean casi completos opuestos uno del
otro, sus interacciones son muy creíbles, haciéndonos creer que verdaderamente
estamos viendo a os grandes amigos reencontrarse después de muchos años.
Los
personajes recorren un arco argumental bastante perecible, de esos que ya sabes
cómo va a terminar desde que comienza, pero al menos, y otra vez es triste que
esto sea la excepción y no la regla, al menos los protagonistas tienen
verdadero crecimiento, y aunque de vez en cuando si nos topamos con soluciones
demasiado “convenientes” a algunos de los problemas a los que se enfrentan. Por
lo menos los personajes sí deben enfrentarse a las consecuencias de sus actor y
aprender de sus errores, lo cual suena a lo más básico y coherente dentro de
una historia, pero casi ninguna “comedia” mexicana puede ejecutar algo tan
sencillo.
El humor se
balancea entre chistes bobos y otros “subidos de tono” sin llegar a ninguno de
los dos extremos. Los chistes más “sencillos” no caen en ser infantiles o
estúpidos, mientras que los relacionados con situaciones más “adultas”
pretenden ser graciosos por su propia cuenta sin caer en la vulgaridad o el
intentar ser ofensivos solo porque sí. Ya saben que soy un amargado, por lo que
no se sorprenderán cuando les diga que el humor no me pareció graciosos, pero
por lo menos tampoco me provoco pena ajena. Algo es algo, ¿No?
Para bien o
para mal no hay mucho que decir sobre Guadalupe Reyes. La cinta es muy sencilla
con su estructura, trama, ritmo y personajes, ninguno de estos elementos siendo
sobresaliente, pero tampoco cayendo en torpeza o valemadrismo. Creo que la
mejor manera de describir la película es decir que es “competente”, y lo que sí
tengo que aplaudirle es que NO es otra estúpida comedia romántica ni otro
remake torpe y sin gracia, las dos enfermedades más graves que afectan al cine
mexicano comercial en la actualidad. Guadalupe
Reyes no es una joya, pero podrá hacer pasar un buen rato a más de uno.
Guadalupe
Reyes: 2/5. Meh.
Mejor que:
Mirreyes vs Godínez (2019), Placa de Acero (2019), Un Papá Pirata (2019), La
Boda de la Abuela (2019), Dulce Familia (2019), No Manches Frida 2 (2019).
No tan buena
como: Una Noche en el Fin del Mundo (2013). La comparación más injusta que he
hecho en un buen tiempo, pero al tener algunas temáticas similares no pude
dejar de pensar en esta película.
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