Aunque la
gran mayoría de la gente suele pensar que el cine no es otra cosa que uno entre
tantos medios de entretenimiento, lo cierto es que una buena película puede ser
mucho más que eso, puede mandar un mensaje, transmitir una filosofía,
mostrarnos una dramatización de hechos históricos, ser un reflejo de la
realidad misma o una combinación de todas las anteriores, lo complicado es
cuando una producción trata de balancear sus diversas facetas, lo cual es más difícil
de lo que suena, pero un ejemplo de que este “acto de malabarismo temático” es
posible lo podemos ver en El Infiltrado
del kKklan, que a pesar de ser profunda y transmitir un claro mensaje político,
no descuida su lado de entretenimiento, lo cual es sorprendente tomando en
cuenta los muy delicados temas que toca.
En El Infiltrado del kKklan veremos la
historia de un policía de color investigando a un grupo de activistas racista.
Durante los años 70´s Ron Stalworth (John David Washington) es el primer
oficial de policía de color en Colorado Springs, lo cual lo coloca en una posición
incómoda dentro de su comunidad, siendo menospreciado por sus propios
compañeros y despertando la desconfianza de la población afroamericana, quienes
ven a todo policía como “el enemigo”. Buscando una forma de enfrentar el
racismo en su comunidad, Ron comienza una investigación sobre el infame Ku Klux
Klan, algo que pondrá su vida y la de sus compañeros en riesgo.
Algo que me
tomo por sorpresa fue el tono del filme. La producción es un drama hecho y
derecho, pero esto no evita que tenga varios momentos de levedad, no sólo a
pesar de su temática sino que prácticamente ese humor se desprende de la misma.
La cinta toma con toda seriedad el tema
del racismo y aunque pueda resultar difícil de creer, logra inyectar
constantemente cierto grado de “humor negro” (no me tachen de racista, es una expresión…),
tomando un tono sarcástico y burlón sin demeritar lo incómodo y tenso que puede
resultar muchas de sus escenas. Es difícil de describir, pero ver a personajes
discutiendo como es imposible que una persona claramente racista llegue a tener
una posición de poder dentro del gobierno de Estados Unidos, diciendo que la noción
misma es una idea ridícula, seguida de una escena en donde un grupo de personas
está usando la misma retórica y hasta las mismas frases de Donald Trump para
empujar su agenda racista es algo muy incómodo, irónico, triste y tal vez sólo
sea mi retorcida y poco empática mentecilla, pero también resulta gracioso,
todo al mismo tiempo.
Creo que como
regla general un buen filme puede hacerte empatizar con sus personajes y sus situaciones
a pesar de no tener nada en común con ellos, algo que esta película logra hacer
rápidamente. Sería hipócrita de mi parte decir que entiendo cómo se siente ser
una persona de color creciendo en una sociedad claramente racista, esa nunca ha
sido mi situación en la vida, pero la película logra ponerte en los zapatos del
protagonista quien sí vive esa realidad, y en verdad logra transmitirte muchos
de sus sentimientos de impotencia, frustración, enojo e incluso alegría ante
sus pequeñas victorias en contra de los prejuicios sociales a los que se
enfrenta por todos lados.
No me atrevería
a decir que es algo malo, después de todo esa es la intención del director,
pero hay muchas escenas en que la llamada “cuarta pared” se rompe levemente y se
nos maneja un discurso de “poder negro” que va directamente dirigido a un público
“de color”, teniendo a personajes viendo directamente a la cámara y alentando a
su público objetivo a sentirse orgulloso de sus raíces y nunca dejarse oprimir
por otros. Este tipo de escenas terminan rompiendo un poco con el ritmo de la
trama y en mi opinión interrumpen la inmersión del espectador en la historia,
pero estas escenas no se extienden demasiado además de que, como ya dije, son prácticamente
el director hablando directamente con su público sin ningún tipo de filtro.
Al final el
mensaje de la película parece demasiado obvio: “el racismo es malo”, algo en lo
cual creo que cualquier ser humano decente estará de acuerdo, pero ese es
precisamente el punto, que reconocer el racismo no es suficiente, el darse
cuenta de un problema no es ni de cerca lo mismo que combatirlo. Evidentemente
la cinta tiene su propia agenda política, pero en lugar de “predicar al coro”,
como suele hacer películas con este trasfondo, no sólo logra mandar su mensaje
de manera precisa y sin sentirse condescendiente, sino que además puede hacerlo
de manera interesante y hasta entretenida. Estén de acuerdo con su mensaje o
no, El Infiltrado del kKklan es una excelente
película por su propia cuenta.
El
Infiltrado de kKklan: 4/5. Muy buena
No hay comentarios.:
Publicar un comentario