Siempre me
emociona hablar de las películas que me divierten, lo que resulta a difícil en ocasiones
es el poner en palabras específicas el “porque” disfruté una cinta en
particular, sobre todo cuando la relación entre la calidad del producto no
tiene nada que ver con el goce de la misma, tomen como ejemplo Escape Room: Sin Salida una disque película
de terror extraordinariamente estúpida y sin sentido que, por lo menos para mí,
se cuela en esa elusiva categoría de “es tan mala, que es buena”
En Escape Room: Sin Salida veremos a un
grupo de personas dentro de un juego que pone en riesgo sus vidas. Buscando superar
su timidez y experimentar cosas nuevas, la estudiante universitaria Zoey Davis
(Taylor Russell) se une a un grupo que ha sido invitado a una experiencia “escape
room”, un cuarto lleno de acertijos que promete una gran cantidad de dinero
para todo aquel que sea capaz de superar sus pruebas, sin embargo lo que Zoey y
compañía desconocen es que dicho cuarto está repleto de trampas mortales.
Similar a
otras tantas películas de terror, parte del suspenso se basa en saber quién entre
todos los personajes será el último en quedar en pie, al menos en teoría,
porque la película hace un pésimo trabajo en mantener ese detalle en secreto.
De los seis personajes, solo tres de ellos se plantean correctamente y uno de
ellos se pinta así mismo como el típico mamón al que sabemos que disfrutaremos ver
cuando finalmente “cuelgue los tenis”, el resto de personajes son tan planos y sin
gracia que nada más les hace falta escribirse en la cara “mátenme”, haciendo que el juego de ver “quien sigue” en
la pila de victimas sea mucho menos entretenido de lo que podría ser.
Las “trampas
mortales” pueden a ser medianamente entretenidas, y digo medianamente porque
fuera de una excepción, no son demasiado creativas. Algo que tampoco ayuda es
que, a pesar de supuestamente ser una película de terror, la cinta nunca
muestra ninguna escena de gore o violencia explícita, lo cual no es malo, después
de todo ver sangre no es equivalente a “terror”, pero esto hace que la producción
se sienta demasiado “segura”, como si tuviera miedo de mostrar algo demasiado “perturbador”.
Algo que tampoco ayuda es que los efectos especiales son bastante malos, aunque
lo que sea de cada quien, se mantienen a un mínimo, pero es inevitable notar
cuando un mal efecto por computadora interactúa con los actores. He visto
películas infantiles que son capaces de inspirar más miedo que cualquier cosa
en Escape Room.
¡Casi olvido
la música! En lugar de una banda sonora lúgubre o tétrica, la gran mayoría de
la película se ve ambientada con musca tecno que parece salida de una cinta
barata de acción, desentonando todavía más las de por si ya risibles escenas de
“horror”. Y siguiendo con el audio, el dialogo de los personajes es increíblemente
incoherente, haciendo chistes en los peores momentos posibles o sonando como si
estuvieran quedando dormidos después de ver algo supuestamente emocionante o
tenso.
Todos los
malos elementos ya mencionados (¡Y más!) se ven envueltos en una historia que a
pesar de tener algunos giros, no deja de ser convencional y aburrida, y para
acabarla de amolar, con un desenlace igualmente estúpido y sin sentido que deja
la puerta abierta para una se cuela o, que Cthulhu no lo quiera, toda una
franquicia, así que sí esta película le va bien en taquilla prepárense para ver
una de estas basuras cada año en el futuro cercano.
No hay ni un
sólo elemento en Escape Room: Sin Salida
que valga la pena, es casi impresionante el nivel de incompetencia que se ve
reflejado en la pantalla, algo que encuentro muy, MUY gracioso. El filme se
presenta como una historia de terror estilo Saw,
pero no ofrece nada que no hayamos visto antes mejor ejecutado en un sin número
de película antes. Si me preguntan, Escape
Room: Sin Salida es una de las comedias involuntarias más graciosas que
haya visto últimamente. Muy divertida, pero no en la forma en que la misma
cinta quiere ser.
Escape Room:
1/5. Mala.
Si quieren
ver una buena película con una premisa similar mejor vean El Cubo (1997), pero
eviten sus secuelas a toda costa.
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