A veces
pienso que hago mal en hablar positivamente de una película, no porque sea algo
negativo por sí mismo, al contrario, me gusta dar honor a quien honor merece,
lo digo porque cuando soy excesivamente positivo esto podría generar
expectativas demasiado altas en cuanto a la película de la que hablo, aun
cuando esa no es mi verdadera intención. Lo que puedo decir en mi defensa es
que, cuando hablo bien de un filme, lo hago porque quedo verdaderamente sorprendido;
si su opinión concuerda o no con la mía importa poco, solo sepan que soy
sincero al exaltar de manera exagerada alguna producción, como en el caso de 1917, cuya nominación al Oscar para
mejor película está más que bien merecida.
En 1917 veremos la historia de un par de
soldados durante la primera guerra mundial. En abril de 1917 las fuerzas
británicas comienzan a ganar territorio contra el ejército alemán en Francia.
Al descubrir que los movimientos alemanes son parte de una estrategia para emboscar
a los británicos, los generales encomiendan una importante misión a los solados
Will Schofield (George MacKay) y Tom Blake (Dean-Charlse Chapman): llegar hasta
la avanzada inglesa con el mensaje de detener el ataque. El fracaso de esta
misión costaría la vida de muchísimos soldados británicos e implicaría una
pérdida importante para las fuerzas inglesas, una de la cual sería imposible
recuperarse.
La trama es
sumamente sencilla, lo interesante es la forma en que se decide contárnosla. En
los primeros quince minutos sabemos absolutamente todo lo que necesitamos para
seguir la historia: A nuestros protagonistas, su misión, los peligros a los que
se enfrentaran y las consecuencias que podría tener su fracaso. Esto hace que
podamos saltar inmediatamente a la “acción”, aunque ese término podría ser
engañoso. El viaje de nuestros protagonistas resulta emocionante no por estar
llena de secuencias de acción o “balaceras”, es casi una caminata, lo que le da
emoción es ver el recorrido entre campos de batalla, poblados devastados por la
guerra, o colinas aparentemente desiertas, todo con un importante “límite de
tiempo” que provoca que cada paso sea más apremiante y peligroso que el
anterior.
Todo el
viaje se ilustra simulando una sola toma continua sin cortes, lo cual a nivel
técnico es muy sorprendente en mi opinión. Al seguir a nuestros protagonistas
de esta manera, la cámara nos sitúa directo en la acción, como si el espectador
mismo fuese un tercer integrante en la expedición, haciendo que cada peligrosa
situación se sienta aún más cercana. Además de la perspectiva, la toma continua
le permite al filme jugar con la idea de una historia que se desarrolla en
“tiempo real”, y aunque esta “regla” se rompe en un par de ocasiones con tal de
agilizar la historia, la ilusión de que el espectador está recorriendo el
camino junto con los protagonistas no se pierde.
Las
actuaciones son muy buenas, la gran mayoría ayudada por un dialogo minimalista
que le inyecta aún más realismo a la cinta. El dialogo puede parecer un poco
forzado por momentos, con los protagonistas mencionando anécdotas que
parecerían fuera de lugar con lo apremiante de su situación, pero incluso esto
tiene una razón de ser. En medio de un literal campo de batalla, donde un mal
paso es la diferencia entre la vida y la muerte, el escuchar una voz familiar,
el saber que no estás solo y el poder tener cualquier forma de distraer tu
mente del peligro que te encuentras, una anécdota proveniente de un amigo es lo
más cercano a un refugio al que puede llegar tu mente.
Ya lo dije
antes, la historia de 1917 es
sumamente sencilla, es la forma en que se nos cuenta lo que la convierte en
algo memorable. La cinematografía, la edición, la actuación, la iluminación,
los efectos especiales, todo se une para darnos una experiencia que se siente
muy envolvente y personal (por llamarlo de alguna manera). Nunca me ha gustado
ponerme la etiqueta de “cinéfilo” ya que pienso que es un saco que me queda muy
grande, uno que implica cierto nivel de conocimiento del medio cinematográfico
que simplemente yo no tengo; lo que sí puedo decir es que cintas como 1917 son las que me hacen amar el cine,
producciones que juegan con sus elementos e impulsan la forma en que el cine es
capaz de contar historias de una manera única. Suena exagerado y bastante
trillado, lo sé, pero 1917 no es
“solo” una película sino toda una experiencia, una a la que deberían darle una
oportunidad, de preferencia en la pantalla grande. Véanla.
1917: 5/5.
Excelente.
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