Además de
los lunes también odio los celulares. Y si, antes de cualquier cosa debo
aceptar que eso me convierte en un total hipócrita, ya que si de verdad odiara
los celulares como digo, no tendría uno en primer lugar. No puedo negar lo práctico
que resulta estar comunicado en prácticamente cualquier lugar del planeta, o
tener acceso a tu correo electrónico en cualquier parte, o el hecho de que el
celular reproduzca con mayor calidad y rapidez videos de YouTube mejor que mi
laptop. Pero las cosas antes no eran así (si, ya sé, esta es otra de esas
entradas de viejo amargado sobre “en mis tiempos…”).
Cuando era
niño no existían los celulares y cuando empezaron a surgir estos aparatos eran
un artículo de súper lujo que muy pocos podían costear, y buena suerte tratando
de tener buena señal en esas cosas. El punto es que no todo el mundo tenía un
celular por la simple razón de que no se necesitaba. Había dos opciones para
hacer llamadas telefónicas en ese entonces: o usabas un teléfono de casa o
usabas un teléfono público de monedas aunque en ese tiempo eso teléfonos fueron
cambiando poco a poco por teléfonos que usaban tarjetas pre-pagadas (chale… ya
ni yo puedo negar mi vejes, tanto los teléfonos de monedas como los de tarjetas
ya están prácticamente en desuso y yo vi desaparecer ambas tendencias…). Y
ahora que lo pienso, con la extinción de las casetas telefónicas, hoy en día ¿Dónde
se cambia de ropa Superman?

Y para
acabarla de amolar, aparentemente ahora no es suficiente tener un celular, cada
que estornudas aparece un modelo nuevo y mejorado con más opciones y mayor
capacidad, haciendo tu antiguo celular obsoleto y estar cambiando tu aparato
cada 6 meses. Y esa es otra cosa que simplemente no entiendo ¿De verdad se
tiene que estar cambiando el celular cada que sale un modelo nuevo? ¿Qué tiene
de malo mi celular viejito? Todavía puede mandar y recibir tanto llamadas como
menajes de texto ¿Por qué eso ya no es suficiente? ¿Si nos acordamos que esas
dos funciones son las principales en un celular, verdad? Ahora cada nuevo
celular parece ser capaz de hacer cualquier cosa imaginable excepto llamadas telefónicas.

Y por eso
odio los celulares. Y también los lunes.
yo también.
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