lunes, 23 de junio de 2014

Odio los lunes y el futbol

Lo que todo el mundo opina de esta entrada del blog
Además de los lunes también odio el futbol. Sé que solo decir lo anterior me convierte en un bicho raro o peor aun aquí en México: un hereje, pero ese es exactamente mi problema con este deporte en nuestro país, que no es un simple deporte, es una religión.
Ya no es tan común como antes (probablemente porque no salgo de mi cueva de ermitaño), pero por mucho tiempo una de las preguntas obligadas al conocer a alguien nuevo era hacer la misma pregunta: “¿Y a qué equipo le vas?”. Y eso era todo, no se preguntaba siquiera de que deporte se estaba hablando, si eres mexicano y alguien te hace esa pregunta se asume inmediatamente que se habla de futbol. No voy a negar que parte de mi antipatía por el balompié es (en parte) porque nunca fui bueno jugándolo, lo cual es equivalente a ser un niño en coma y sin piernas que solo sueña con hazañas futboleras (y por cierto, por favor dejen de decir por ahí que ese es el final de Súper Campeones, no lo es y no importa cuánto quieran que así sea, no va a cambiar las cosas).
No me sorprende la popularidad de ese deporte, es divertido, fácil de jugar y solo se necesitan un par de personas y un balón y automáticamente ya se puede hacer una “cascarita” lo cual a diferencia de prácticamente cualquier otro deporte, lo convierte en el juego más accesible del mundo. Todo eso puedo entenderlo, es un juego divertido y todos necesitamos nuestra diversión de vez en cuando; lo que me saca de mis casillas es la devoción que todo el mundo le dedica a lo que esencialmente es solo un juego. Es cierto que esa entrega varia desde el simple aficionado que solo ve los partidos de futbol para juntarse con sus amigos y pasar un buen rato, hasta el fanático (y todo lo que esa palabra implica) que le pone el nombre de su jugador favorito a sus hijos, que por cierto, eso debería estar penado por la ley, pero como de costumbre estoy divagando.
Veo a estos fans expresar su gusto por el deporte de maneras que son comparables a las acciones de un fanático religioso. Desde misas oficiadas para pedir que la selección gane el mundial, hasta quince años o bodas que se adornan con los colores del equipo favorito. Y esa es otra cosa, cuando eliges un equipo al cual apoyar estas haciendo el compromiso más importante que harás en la vida como mexicano, porque uno podrá dar la espalda a la familia, a los amigos, al oficio, a la patria o al mismísimo Dios, pero nunca, nunca a tu equipo de futbol. He de aceptar que tal grado de compromiso es verdaderamente admirable, es una pasión que es realmente contagiosa, pero de nuevo déjenme recordarles que todo ello esta siendo enfocado a lo que prácticamente es solo un juego de pelota. Y tengo que repetirlo aunque a muchos no les guste: EL FUTBOL ES SOLO UN JUEGO, UN JUEGO DE TANTOS QUE EXISTEN ¡SOLO ESO Y NADA MÁS!
No es que quiera arruinarle la diversión a nadie, de hecho nadie debería de tener que justificar sus actividades recreativas, pero por favor, estén consientes de que solo es un juego, una forma de pasar un rato y nada más. Que gane o pierda un equipo de soccer un partido “importante” es tan relevante como que Mario Bros rescate a la princesa Peach. Y me dirán que el orgullo que se siente al ver ganar (sin albur) a tu equipo de futbol es una sensación incomparable, y quizá tengan razón, pero fuera de la euforia momentánea ¿En qué me beneficia realmente? Todos en México nos sentimos tan orgullosos cuando la selección ganó la medalla de oro en las olimpiadas (y si, mi hipocresía no es tanta como para negar que yo también me sentí incluido), pero a la larga ¿De qué sirvió? ¿Se erradico el problema del desempleo en el país? ¿Las medallas de oro hicieron que la educación en México mejorara? ¿El primer lugar en futbol ayudo a reducir la corrupción? ¿No? ¿¡Entonces por qué tanto escándalo por una proeza deportiva que a gran escala no es más que irrelevante!?
Y de nuevo, no le quiero arruinar la diversión a nadie, lo único que pido es que se trate al futbol como lo que es: Una actividad deportiva que sirve para entretener al público. A menos que seas el dueño o jugador de un equipo de soccer, eso es lo único que debe ser el deporte, un pasatiempo y nada más, no una secta religiosa. Por mi parte, no lo voy a negar, veré los partidos de la selección en el mundial (cuando me acuerde y tenga chance), me emocionaré en cada jugada inesperada y le gritare al árbitro “Puto” a pesar de que no puede oírme y que aparentemente eso hace creer a la FIFA que soy homofóbico, pero al final del partido apagare la televisión, quizás ponga un comentario en Facebook y continuare mi vida normal sin sentir la necesidad de hacer un sacrificio o una oración a San Memo Ochoa.
Kent Brockman es de los míos
 
Y por eso odio el futbol. Y también los lunes.

2 comentarios:

  1. Que pedo puto espero este comentario si te salga. Buena redaccion y enfonque. De este articulo lo unico qur tengo qur decir que si estan fácil el fut te reto a jugar un dia para cambiar habitos. Atte. WTF

    ResponderBorrar
  2. Concuerdo contigo sobre la trascendencia que la afición a este deporte (como a cualquier otro), al final no cambia nada, es solo un estimulante emocional de momento, un generador de (pseudo) catarsis, que considero proviene más de una noción de pertenecer ( a un grupo) que de el hecho em si que es el partido o determinado equipo.

    ResponderBorrar