lunes, 20 de octubre de 2014

Odio los lunes y a los que dicen “el libro está mejor”


Además de los lunes también odio a los que dicen “el libro está mejor”, o mejor dicho, los que decimos eso. Todos los lunes critico algo que me desagrada y  que en general estoy en desacuerdo pero de vez en cuando es bueno ser autocritico, escupir hacia el cielo a pesar de saber el resultado que esto conlleva. Cuando un grupo de amigos va al cine a ver la más reciente adaptación de un libro o un comic en la pantalla grande, nunca falta el mamonsito que lo primero que dice al salir de la función es “el libro está mejor” y en mi caso usualmente ese mamon soy yo.
Es fácil ponerse a la defensiva  ante esta actitud…y eso es exactamente lo que haré. Ya sea televisión, radio, comic o videojuego el medio en el que se adapte una historia, si el origen de esa historia es un libro 99% de las veces el libro será mejor que su adaptación por una muy simple razón: En el libro, el lector puede plasmar una imagen limitándose solamente por su propia imaginación, no así con los otros medios que (con excepción de la radio) son primordialmente visuales. En una película por ejemplo, el desarrollo de una escena es limitada a lo que se muestra en la pantalla, una vez que la producción es terminada, la escena es inalterable (en teoría) y el espectador se “limita” a ver esa escena desarrollarse según la visión del cineasta mientras que al leer esa misma escena en un libro, el lector puede dar su propia interpretación de los hechos; cierto que el autor de la obra puede dar una minuciosa descripción del escenario y sus personajes pero siempre existirá una “visualización” diferente dependiendo del lector. Un ejemplo extraordinariamente burdo: Digamos que un libro dice “Y entonces el colosal dragón salió de su cueva, haciendo retumbar la tierra con cada paso”. Esa es información suficiente para describir una escena, pero en este ejemplo se deja muchísimo a la interpretación del lector; algunos imaginaran a la criatura corriendo para salir de su escondite, otros la verán saliendo lenta y amenazadoramente, quizá algunos imaginen al héroe perder su balance con el movimiento de la tierra que provoca el monstruo al caminar, algunos imaginaran a un dragón de color verde, otros uno rojo y un muy extenso y casi infinito etcétera. Y aun cuando el autor de una obra literaria sea extraordinariamente especifico y explicito, él solo estará dándole las piezas al lector de cómo organizar su escena, pero es el trabajo del lector acomodar esas piezas e interpretarlas como se le dé la gana, y eso hablando solo del aspecto visual que si empezamos a hablar de interpretación y valoración estaremos aquí todo el año. El punto es que la imaginación propia siempre será más valiosa para uno mismo que la de los demás, por lo general al menos.
El otro argumento que es mucho más común y fácil de hacer… y que en retrospectiva debí de comentar primero antes de echar todo ese choro mareador es que en la gran mayoría de los casos, la adaptación de una obra llevada al cine siempre será limitada a los parámetros cinematográficos (obviamente), o en términos mucho más simples: ¿Me estás diciendo que una película de hora y media no abarca lo mismo que un libro de 600 páginas? Bueno, ¡Duh, Sherlok! Pero entonces ¿Por qué tanta gente tomamos toma esta actitud de “el libro es mejor”? Para empezar porque muchos somos son unos pseudo-intelectuales que pensamos piensan que esto nos los hace ver más inteligentes e interesantes de lo que verdaderamente somos son y puede que sea verdad… pero eso no significa que esa actitud sea extraordinariamente molesta y condescendiente para los demás.
Otra razón por la que se toma esta actitud y esta vez si hablo completamente por experiencia personal, es que muchos se cierran a sí mismos las puertas que podrían mejorar su disfrute de una obra en particular: “¿Para qué leo el libro si de todos modos ya vi la película? ¡Ya sé lo que va a pasar!”  En un nivel muy fundamental puedo entender esta actitud pero no condonarla. Los medios son diferentes y las experiencias que ambos ofrecen pueden ser similares pero nunca iguales. Es como comparar comida china con comida mexicana: cierto que ambas pueden servirse en un mismo plato, algunas incluso compartir ingredientes y que cualquiera de las dos te quita el hambre pero su sabor es distintivamente diferente. Es curioso cómo funciona esto, ahora que lo pienso he conocido a muchos que dicen “Ya vi la película, no voy a leer el libro”, pero prácticamente nadie dice “Ya leí el libro, no voy a ver la película”.
Ya dije que si la historia se basa en un libro, el 99% de las veces la obra original será mejor, pero eso nos deja con ese 1%, si las matemáticas no me fallan (y seamos sinceros, quizás me fallen porque apesto en matemáticas) ¿Saben que tienen en común El Padrino, Tiburón, El Club de la Pelea, El Resplandor y Psycho, entre otras? Todas esas películas son mejores que el libro en el que están basadas. El punto es que no nos encerremos a nosotros mismos y a nuestros gustos. Es cierto que comparar la misma obra en dos formatos diferentes es casi inevitable, pero no siempre es cuestión de “decidir” cual versión es mejor, a veces solo hay que hacer nuestros propios prejuicios a un lado y disfrutar una historia de tantas maneras diferentes como se nos dé la gana. Para sorpresa de absolutamente nadie, tengo en mi colección de DVDs las versiones extendidas de la trilogía de El Señor de los Anillos y junto a ella la obra original de J. R. R. Tolkien, y disfruto ambas indiscriminadamente… aunque la verdad es que los libros están mejor.
Y por eso odio a los que decimos dicen “el libro está mejor”. Y también los lunes

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