Y aquí estamos
otra vez con el cine mexicano, usualmente esperando lo mejor pero preparándome para
lo peor, aunque tengo que confesar que esta deprimente actitud de mi parte es
dejada a un lado cuando la película en cuestión se trata de una comedia, esto
no significa que piense que cualquier comedia mexicana que llegue al cine es
algo que valga la pena, simplemente creo el género da la oportunidad de
levantar un poco más mis expectativas, por lo menos en la mayoría de los casos.
Así pues tenemos La Dictadura Perfecta,
una tragicomedia sobre política y su relación con los medios de comunicación (léase
“Televisión”) en nuestro país.
La Dictadura Perfecta nos presenta las andanzas de Carlos
Rojo (Alfonso Herrera), productor de una importante televisora nacional que tendrá
que hacer su mejor esfuerzo para mejorar la imagen del gobernador Carmelo
Vargas (Damián Alcázar), quien tras un espectacular escándalo de corrupción, intentará
ganarse el favor de los votantes y tener una oportunidad para ganar las siguientes
elecciones presidenciales.
Ya sé que
dije que la comedia mexicana usualmente sube mis expectativas pero debo
confesar que con esta película no fue del todo cierto, al ser una producción dirigida
por Luis Estrada. No me mal entienda, creo que los films de Estrada son de lo
mejor que tiene para ofrecer el cine nacional, siempre con un característico humor
negro en el que se reflejan varios aspectos de la sociedad mexicana actual, el
problema (para mí) es que se ha encasillado en una fórmula que a estas alturas
Luis Estrada puede hacer hasta dormido. La
Ley de Herodes, Un Mundo Maravilloso
y El Infierno cuentan exactamente la
misma historia: Un ingenuo personaje (siempre interpretado por Damián Alcázar)
que intenta resistirse a algún sistema que gobierna México, ya sea político, socioeconómico
o del narcotráfico, respectivamente, pero que no solo fracasa en su intento
sino que es devorado por el propio sistema, digerido, asimilado e integrado al
mismo, volviéndose solo una pieza más de aquello que en un principio repudiaba.
Así pues, al entrar a ver La Dictadura
Perfecta ya me esperaba ver la historia de un periodista novato que intenta
mantener su integridad solo para perder toda noción de moralidad al final, por
suerte este no fue el caso, ni de cerca.
El film no
tarda ni un segundo en mostrar dos cosas: por un lado una historia de humor
negro que es tanto en lo verídico como ridículo (tristemente) en la vida política
de nuestro país; por otro lado, el film no tiene ninguna preocupación por
callarse ninguna de sus opiniones, o como dicen por ahí, “No tiene pelos en la
lengua”, y aunque los lugares y nombres de los personajes son ficticios, se nos
dan tantos elementos que es imposible confundir que personaje representa a quien
en la vida real. El film, en lugar de mostrarnos el cambio gradual de su
protagonista, prefiere entrar de lleno desde el principio y nos enseña a sus personajes,
todos ellos con actitudes que rayan en lo grotesco y que me gustaría decir que
son caricaturas de personalidades de la vida real, pero más que ello resultan
ser un reflejo casi perturbador en su exactitud.
La historia
es sumamente entretenida y deprimentemente actual, presentando varios giros
inesperados que mantienen al espectador enganchado de principio a fin. Las
actuaciones son bastante buenas, sobre todo la de Damián Alcazár, que cuenta
con el carisma suficiente para ganarse la simpatía del público a pesar de que
su personaje grotesco y obsceno en todo momento, y el hecho de tener a Joaquín
Cosío no hace daño tampoco, aunque es un poco triste que ambos actores no interactúen
realmente entre sí.
No hay otra
forma de decirlo, esta película tiene huevos del tamaño de balones de futbol y
nos muestra una realidad de la política nacional con pelos y señales, le arda a
quien le arda. La comedía es probablemente el género más difícil realizar, no
solo en el cine si no en cualquier medio en general, y aun más difícil el humor
negro pero por suerte La Dictadura
Perfecta logra hacerlo de manera impresionante. Realmente vale la pena
verla en el cine y apoyar al escaso buen cine mexicano. La recomiendo, no por
lo controvertida que pueda ser sino porque simplemente es un muy buen film por
sus propios méritos.
La Dictadura
Perfecta: 8/10
Mejor que:
Un Mundo Maravilloso (2006), La Ley de Herodes (1999)
No tan buena
como: El Infierno (2010)
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