Además de
los lunes también odio el Teletón. Lo sé, es una gran sorpresa descubrir que
odio algo que es bien visto por la gente en general y que esto mancha la
impecable imagen de mi persona como un alma caritativa bondadosa, o al menos lo haría si eso fuera
parte de mi imagen, pero que se le va a hacer…
“¿Pero por
qué eres tan culero?” “¿Por qué no quieres ayudar para alcanzar un bien mayor?”
escucho decir a mis seguidores (de los cuales solo el 99% son imaginarios).
Tristemente (¿?) mi desagrado por el Teletón probablemente tenga la razón menos
valida entre todas las que una persona podría tener para estar en desacuerdo
con este ritual anual. Algunos dicen que el Teletón solo es una fachada de lavado
de dinero; no sé si ese sea el caso, ni me importa. Se dice que el Teletón
tiene tintes políticos; no tengo ni idea de si eso es cierto o no, además de
que si yo tuviera el más mínimo conocimiento de política seguramente no me la pasaría
quejándome de nimiedades cada lunes. Otros afirman que el Teletón tiene nexos
directos con el narco; ya saben, porque la influencia del narcotráfico no es el
pan de cada día en nuestro país. Ninguna de estas cosas es lo que me caga del
mentado Teletón, lo que me desagrada tanto es, irónicamente, su aspecto más
superficial: Todo el circo mediático que se forma a su alrededor.
Es imposible
asomarse a la ventana y no ver algo relacionado con el Teletón entre más se va acercando
la fecha del mismo, aunque en mi caso es un poco más difícil de notarlo ya que
usualmente me encuentro enclaustrado para evitar todo contacto con otro ser
humano, pero aun así no me salvo de ver publicidad del evento por todos lados,
y ya saben cómo me fascina tener publicidad de cualquier tipo embarrada en el
rostro vaya a donde vaya. Aun con todo esto, pocas veces (o nunca) escucho
hablar realmente de los logros (o carencia de ellos) que el Teletón tiene año
con año; claro está que muy probablemente encontraría esos datos si me tomara
dos segundos en buscarlos pero eso requeriría un nivel de interés que me es
imposible alcanzar, y aparentemente no soy el único. Probablemente me equivoque
pero lo más “controversial”, lo más “escandaloso” que he escuchado a decir a
alguien en cuanto al Teletón, o sobre el evento en general si a esas vamos, no
es sobre lo que hace o deja de hacer sino, en su momento, la noticia que estuvo
en boca de todos de que Lucerito ya no iba ser el rostro del Teletón. A menos
que las lágrimas de esa señora fueran un elemento crucial para algún raro
tratamiento que beneficia a los niños, no creo que a nadie le debería de
importar dos escupidas quien es “la cara del Teletón”. Pero de eso se trata
todo esto, de dar una buena imagen ante todo y eso es lo que me caga. Primero
la buena imagen, después la buena imagen, en tercero la buena imagen y si queda
algo de tiempo la buena imagen.
Año con año
la cantaleta es la misma: “Dona”, “Es por una buena causa” y bla, bla, bla. Todas
las empresas más importantes del país siempre salen y “se ponen la camiseta”
donando lo que, en apariencia son cantidades exorbitantes de dinero, pero esas
cantidades solo son impresionantes para un pobre diablo como yo porque nunca estaré
ni cerca de tener tanta lana, pero eso es el punto: esas cantidades me
impresionan A MÍ, pero si lo ponemos en perspectiva, cada donación millonaria
de las empresas participantes no son más que la morralla que traían en los
pantalones ese día, pero eso es lo de menos por que están dando ese dinero para
una buena causa, lo malo es que a esa empresa no le importa ni un carajo la
causa, lo que le importa es quedar bien y ser el bueno de la historia antes los
ojos del mundo. Es el truco perfecto y relativamente (muy, muy relativamente) inofensivo:
La empresa deduce impuestos dona dinero quedando bien con el mundo, al
mismo tiempo que el cliente puede sentirse bien consigo mismo al apoyar a una empresa
tan bondadosa y hasta los niños pueden estrenar una silla de ruedas nueva ¡Todo
el mundo gana!
Puede que
sea solo por mi manera tan arcaica y retrograda de pensar, pero aun asumiendo
que todo esto de resultados positivos para todos los involucrados, simplemente
no me cuadra. Hacer algo correcto por las razones incorrectas sigue siendo algo
malo, al menos desde mi punto de vista. Si alguien ayuda a alguien, bajo
cualquier circunstancia, lo hace (o debería hacerlo) por el simple hecho de que
se le da su pinche gana, no para que todo el mundo volteé a verlo y puedan
gritarle al unisonó “Que bueno eres”, mientras que el benefactor se pará el
cuello y se baña en las alabanzas que generan sus “buenas” acciones. Como en todo,
hay excepciones. No dudo que haya voluntarios y participantes que en verdad
apoyen este tipo de causas, que de verdad piensen que están haciendo del mundo
un lugar mejor, pero también estoy casi seguro de que todas esas personas no
son las que salen en los comerciales o leyendo del teleprompter pidiendo
donaciones.
Yo puedo
decir que nunca he donado hasta la fecha, por lo menos no directamente, porque
si otra cosa es segura es que cada año me han ensartado con donaciones lo
quiera o no. Me refiero a las antes mencionadas empresas que apoyan la causa,
todas esas que se anuncian “comprando esta madre estas ayudando al Teletón”,
porque déjenme decirles que ese mísero (en comparación con sus ganancias)
porcentaje que donan no viene de la bondad de sus corazones, ese porcentaje
viene de las papitas sabor a salsa verde que compre en la tienda. Y me dirán
que “Si te molesta tanto, simplemente no consumas esos productos”, a lo cual
responderé “¡Vete al diablo! ¡Yo quiero tragarme mis pinches papas!” Como ya
dije, lo que me molesta son los baños de pureza que se dan los involucrados, no
lo que hagan o dejen de hacer con las donaciones (directas o indirectas) de los
demás.

Y por eso
odio el Teletón. Y también los lunes.
Sobre todo honesto... Si como no. Pero en todo lo demás coincido
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