lunes, 8 de diciembre de 2014

Odio los lunes y el Teletón


Además de los lunes también odio el Teletón. Lo sé, es una gran sorpresa descubrir que odio algo que es bien visto por la gente en general y que esto mancha la impecable imagen de mi persona como un alma caritativa  bondadosa, o al menos lo haría si eso fuera parte de mi imagen, pero que se le va a hacer…
“¿Pero por qué eres tan culero?” “¿Por qué no quieres ayudar para alcanzar un bien mayor?” escucho decir a mis seguidores (de los cuales solo el 99% son imaginarios). Tristemente (¿?) mi desagrado por el Teletón probablemente tenga la razón menos valida entre todas las que una persona podría tener para estar en desacuerdo con este ritual anual. Algunos dicen que el Teletón solo es una fachada de lavado de dinero; no sé si ese sea el caso, ni me importa. Se dice que el Teletón tiene tintes políticos; no tengo ni idea de si eso es cierto o no, además de que si yo tuviera el más mínimo conocimiento de política seguramente no me la pasaría quejándome de nimiedades cada lunes. Otros afirman que el Teletón tiene nexos directos con el narco; ya saben, porque la influencia del narcotráfico no es el pan de cada día en nuestro país. Ninguna de estas cosas es lo que me caga del mentado Teletón, lo que me desagrada tanto es, irónicamente, su aspecto más superficial: Todo el circo mediático que se forma a su alrededor.
Es imposible asomarse a la ventana y no ver algo relacionado con el Teletón entre más se va acercando la fecha del mismo, aunque en mi caso es un poco más difícil de notarlo ya que usualmente me encuentro enclaustrado para evitar todo contacto con otro ser humano, pero aun así no me salvo de ver publicidad del evento por todos lados, y ya saben cómo me fascina tener publicidad de cualquier tipo embarrada en el rostro vaya a donde vaya. Aun con todo esto, pocas veces (o nunca) escucho hablar realmente de los logros (o carencia de ellos) que el Teletón tiene año con año; claro está que muy probablemente encontraría esos datos si me tomara dos segundos en buscarlos pero eso requeriría un nivel de interés que me es imposible alcanzar, y aparentemente no soy el único. Probablemente me equivoque pero lo más “controversial”, lo más “escandaloso” que he escuchado a decir a alguien en cuanto al Teletón, o sobre el evento en general si a esas vamos, no es sobre lo que hace o deja de hacer sino, en su momento, la noticia que estuvo en boca de todos de que Lucerito ya no iba ser el rostro del Teletón. A menos que las lágrimas de esa señora fueran un elemento crucial para algún raro tratamiento que beneficia a los niños, no creo que a nadie le debería de importar dos escupidas quien es “la cara del Teletón”. Pero de eso se trata todo esto, de dar una buena imagen ante todo y eso es lo que me caga. Primero la buena imagen, después la buena imagen, en tercero la buena imagen y si queda algo de tiempo la buena imagen.
Año con año la cantaleta es la misma: “Dona”, “Es por una buena causa” y bla, bla, bla. Todas las empresas más importantes del país siempre salen y “se ponen la camiseta” donando lo que, en apariencia son cantidades exorbitantes de dinero, pero esas cantidades solo son impresionantes para un pobre diablo como yo porque nunca estaré ni cerca de tener tanta lana, pero eso es el punto: esas cantidades me impresionan A MÍ, pero si lo ponemos en perspectiva, cada donación millonaria de las empresas participantes no son más que la morralla que traían en los pantalones ese día, pero eso es lo de menos por que están dando ese dinero para una buena causa, lo malo es que a esa empresa no le importa ni un carajo la causa, lo que le importa es quedar bien y ser el bueno de la historia antes los ojos del mundo. Es el truco perfecto y relativamente (muy, muy relativamente) inofensivo: La empresa deduce impuestos dona dinero quedando bien con el mundo, al mismo tiempo que el cliente puede sentirse bien consigo mismo al apoyar a una empresa tan bondadosa y hasta los niños pueden estrenar una silla de ruedas nueva ¡Todo el mundo gana!
Puede que sea solo por mi manera tan arcaica y retrograda de pensar, pero aun asumiendo que todo esto de resultados positivos para todos los involucrados, simplemente no me cuadra. Hacer algo correcto por las razones incorrectas sigue siendo algo malo, al menos desde mi punto de vista. Si alguien ayuda a alguien, bajo cualquier circunstancia, lo hace (o debería hacerlo) por el simple hecho de que se le da su pinche gana, no para que todo el mundo volteé a verlo y puedan gritarle al unisonó “Que bueno eres”, mientras que el benefactor se pará el cuello y se baña en las alabanzas que generan sus “buenas” acciones. Como en todo, hay excepciones. No dudo que haya voluntarios y participantes que en verdad apoyen este tipo de causas, que de verdad piensen que están haciendo del mundo un lugar mejor, pero también estoy casi seguro de que todas esas personas no son las que salen en los comerciales o leyendo del teleprompter pidiendo donaciones.
Yo puedo decir que nunca he donado hasta la fecha, por lo menos no directamente, porque si otra cosa es segura es que cada año me han ensartado con donaciones lo quiera o no. Me refiero a las antes mencionadas empresas que apoyan la causa, todas esas que se anuncian “comprando esta madre estas ayudando al Teletón”, porque déjenme decirles que ese mísero (en comparación con sus ganancias) porcentaje que donan no viene de la bondad de sus corazones, ese porcentaje viene de las papitas sabor a salsa verde que compre en la tienda. Y me dirán que “Si te molesta tanto, simplemente no consumas esos productos”, a lo cual responderé “¡Vete al diablo! ¡Yo quiero tragarme mis pinches papas!” Como ya dije, lo que me molesta son los baños de pureza que se dan los involucrados, no lo que hagan o dejen de hacer con las donaciones (directas o indirectas) de los demás.
Así que lo digo con un retorcido orgullo: Yo nunca he donado ni donaré al mentado Teletón (por lo menos de forma directa),y cuando haga algo de bien para alguien más, a menos que se parte de una interesante o divertida anécdota, nunca nadie se enterará de que hice una buena acción, porque, a riesgo de sonar como mensaje moralizador al final de caricatura ochentera, una buena acción es una recompensa por sí misma, o por lo menos eso me enseñaron He-Man, Los ThunderCats o algún comercial de juguetes similar. Pueden pensar que el rehusarme a donar al Teletón me convierte en un asco de ser humano, pero déjenme asegurarles que eso es solo una pequeña cosa en la lista por las que SOY un asco de ser humano, pero como siempre digo, ¡Hey! Por lo menos soy honesto ¿No?
Y por eso odio el Teletón. Y también los lunes.

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