El año prácticamente
ya termino pero siempre hay tiempo para “una más” o como se conoce más comúnmente
“la ultima y nos vamos”, y que mejor manera de cerrar el año que con una
comedia protagonizada por Bill Murray (lo sé, no tiene mucho que ver una cosa
con la otra, pero estoy haciendo mi mejor esfuerzo por terminar esta entrada
antes de que termine el año).
St. Vincent nos trae la particular historia de
Vincent MacKenna (Bill Murray), un veterano del ejército, retirado, alcohólico,
adicto al juego y antipático culla vida parece haber tocado fondo desde hace
mucho tiempo. La vida de Vincent dará un vuelco cuando conoce a sus nuevos
vecinos: Maggie Bronstein (Melissa McCarthy) y su hijo Oliver (Jaeden Lieberher).
Por razones más allá de su control, el amargado Vincet tendrá que cuidar al
inteligente (para su edad) e inocente Oliver, lo cual afectara la vida de ambos
de una manera en que ninguno de los dos pudo haber imaginado.
Todos (o
casi todos) hemos visto esta historia un millón de veces: el típico viejito que
gracias a la interacción con niño va volviéndose una mejor persona y bla, bla,
bla. Absolutamente nada nuevo, sin embargo St.
Vincent trae algo nuevo a esta historia: un tono sarcástico, irónico y con
una pisca de humor negro que, al menos desde mi punto de vista, logra inyectar
algo de vida a esta historia que por sí sola sería dolorosamente predecible y melosa.
Ese tono es llevado a la pantalla por el propio Murray que, si bien su
personaje se nos presenta como el típico viejo amargado y gruñón, lo hace con
un carisma que solo el propio Murray es capaz de inyectarle a su personaje, y
aun cuando Vincent no es ni de cerca un modelo a seguir (incluso al final del
film), no deja de ser entrañable.
Igualmente
Melissa McCarthy desempeña un papel muy bueno al interpretar a la ataviada
madre de Oliver, y aunque no es explicito desde un principio, su actuación nos
deja sentir un pesar difícil de definir, hasta el momento en que la historia se
toma el tiempo de explicarnos el pasado del personaje. Si hay un eslabón débil dentro
del casting, ese es Jaeden Lieberher que, si bien no es el peor actor que haya
visto en mi vida (aun tratándose de niños actores) su personaje en ocasiones
parece muy poco creíble, aunque esto se puede deber al guion más que al propio
actor, ya que Oliver se presenta como un niño bastante atípico, demasiado
maduro e inteligente para su corta edad.
Realmente no
hay mucho que agregar. El film es mucho mejor de lo que se podría esperar de
una historia tan trillada, pero el hecho de que mantenga constante tono sarcástico
de principio a fin logra darle un sabor diferente a la trama, un tono que
usualmente no se ve en este tipo de proyectos. Sin embargo no todo es miel
sobre hojuelas ya que, aunque logra dar algunas sorpresas en cuanto a la trama,
cada personaje y situación terminan resolviéndose de la misma manera predecible
que hemos visto antes.
St. Vincent es una película que mezcla de manera
muy competente tanto el drama como la comedia, y aunque en momentos le es inevitable
caer en el sentimentalismo para manipular emocionalmente al espectador, no deja
de ser una comedia sumamente divertida y más inteligente de lo que en un inicio
podría esperarse. Cierto, la historia no es nada nuevo, pero su ejecución es lo
suficientemente buena como para merecer una recomendación ir a ver esta cinta
en el cine.
St. Vincent:
8/10
Esta es la
parte en la que digo que otras películas son mejores o peores que esta, pero
eso es un poco difícil de definir en este muy particular caso, así que solo
digamos que si están familiarizados con la historia, prepárense a ver la versión
de Bill Murray de Up (2009) y/o Mejor Imposible (1997)
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