Además de
los lunes también odio la lotería. Lo más fácil sería decir que odio la lotería porque nunca
me he ganado nada, lo cual es verdad, pero si hiciera eso esta resultaría la
entrada más corta en la historia del blog pero para bien o para mal existen más
razones para odiar la lotería.
Ya sea
sorteos o lotería instantánea (de esos boletitos que le rascas y ganas a lo
mucho 10 pesos), la razón para jugar es exactamente la misma: Conseguir dinero
con un mínimo esfuerzo, lo cual es la mejor idea que he escuchado en mi vida.
Es imposible no adorar esa simple noción pero lo que muchos olvidan es que es
una cuestión de azar con posibilidades tan ínfimas que resultaría más realista
morir al ser golpeado por un rayo mientras estás en tu casa en una tarde
soleada. Claro que tal vez sea mi pesimismo de siempre el que habla (como
diario), pero honestamente no conozco a nadie, jamás, que siquiera me haya
contado que el primo del vecino del peluquero del cuñado del maestro del amigo de un amigo renuncio a
su trabajo porque se saco la lotería.
Por si sola
la idea de comprar un boleto de lotería no es mala, si no te sacas nada (sin
albur) ni modo y si te ganas algo que mejor. A fin de cuentas si ni juegas no
ganas. Pero en esa trillada frase se encuentra precisamente la clave de todo el
asunto: “Jugar”. La lotería no es más que un juego de azar, como jugar a los
dados, un bolado o encontrar un asiento vacío en el camión, pero se vuelve un
problema en el instante en que se pierde de vista el hecho de que se trata de
un juego. Muchos compran sus boletos para “el premio mayor” y en cuanto tienen
su cachito en la mano (de nuevo, sin albur) ya se encuentran haciendo planes de
cómo invertir sus millones en proyectos a corto, mediano y largo plazo, lo cual
no significa absolutamente nada cuando al final no se ganan ni un reintegro. Lo
único que digo es que, como me enseño Jet Black (el de Cowboy Bebop, no el baterista de The Stranglers) no hay contar huevos sin antes tener las gallinas.
Como diario
empezaré a divagar, pero esta vez es relativamente relevante, lo juro por
Cthulhu. Hace poco escuchaba el radio mientras manejaba (y creo que es la única
forma en que alguien escucha una estación de radios en estos días) , oí un
comercial, o mejor dicho “mensaje” tomando en cuenta que es difundido por el
gobierno, sobre los “males” que inflige el uso de maquinas tragamonedas, de
cómo inducen a los jóvenes a una adicción al juego que a su vez abre las
puestas a adicciones como el alcohol o las drogas y como estas maquinas son la
raíz de todo los males sociales y que como van a ser la perdición de la
civilización tal y como la conocemos ¿¡Y QUIERE ALGUIEN PENSAR EN LOS NIÑOS!?
Tanto drama es sumamente gracioso por si solo pero para aumentar la dosis de
hilaridad el siguiente comercial que se escucha es sobre el gran sorteo
navideño de la lotería nacional. Puede que no sepa de mucho, pero si eso no es hipocresía,
entonces no sé que es.
No estoy en
contra de que la gente trate de hacerle la luchita por conseguir un dinerito
extra, y en muchos casos la lotería, sea cual sea el formato, puede parecer una
buena opción para lograrlo, pero lo que en ocasiones se pasa por alto es que se
trata de un juego, no de una inversión como tal. Poniéndolo en perspectiva,
supongamos que juego al famoso Melate que aparentemente es uno de los sorteos
más populares en nuestro país; el sorteo se realiza, según San Google, cada miércoles
y domingo, cada boleto tiene un costo mínimo de 15 pesos (mínimo porque puede
elegirse hacer más combinaciones de números por un costo adicional). Si las matemáticas
no me fallan (y seamos honestos, casi es seguro que fallen porque apesto en matemática)
son 2 sorteos por semana, por 4 semanas al mes, con 12 meses por año, a mínimo
15 varos por boleto, eso resulta en un total de $ 1, 440 pesos al año. Cierto,
esta cantidad puede resultar relativamente baja, pero son 1,440 pesos que se
gastaron en basura, porque estoy casi seguro que de esos 96 sorteos al año,
quien participa en todos ellos a lo mucho verá recuperada la mitad de su “inversión”
y eso si bien le va.
No soy
absolutamente nadie para decirle a alguien en que gastar o no gastar su dinero,
de hecho si alguien sabe sobre malgastar su propio dinero en puras estupideces
soy yo, pero al menos estoy consciente de ello. Si les gusta jugar a cualquier
tipo de lotería, bien por ustedes, creo que tiene un espíritu mucho más optimista
y aventurero del que yo jamás tendré, lo único que digo es que no confundan con
“inversión” lo que en realidad solo es
un capricho del azar.
Y por eso
odio la lotería. Y también los lunes.
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