Ya no sé cómo
decirlo sin sonar como disco rayado. A estas alturas vayan a revisar cualquier
otra de mis reseñas sobre una mala película mexicana y verán que mis argumentos
no han cambiado en lo absoluto, pero en mi defensa, esto se debe a que el cine
mexicano no se cansa de cometer los mismos errores una y otra y otra y otra y
otra y otra vez. Quejarme del cine mexicano comercial es como discutir con una
pared: es inútil, sólo logra exasperarme y me hace ver como un enfermo mental,
o por lo menos eso me han dicho las voces y, al igual que ver Dulce Familia es una grotesca pérdida de
tiempo.
No estoy de
humor para darles una sinopsis concreta sobre la película. Basta decir que
trata de una familia donde cada miembro tiene sus propios problemas y parece
que todas están compitiendo por ver que personaje es más odioso e insoportable.
Muy, MUY en
el fondo de esta producción puedo ver enterrada buenas ideas, temas como la presión
social en la vida cotidiana, los irreales estándares de belleza, presión entre
mujeres compitiendo en un mismo ámbito laboral o incluso argumentos sobre salud
mental, conceptos que la misma producción llega a tocar de manera sumamente
superficial, no para explorarlos o desarrollar una historia interesante, sino
para contar chistes malos y predecibles, lo cual estaría bien por su propia
cuenta, en mi opinión cualquier tema manejado bien puede convertirse en una
comedia divertida, pero el problema es el mismo de siempre: El humor
simplemente NO da risa.
Las
actuaciones son pésimas, exageradas y, como casi siempre, se piensa que el
gritar cualquier dialogo automáticamente convierte al personaje en algo
gracioso, pero no lo es, por lo menos no en mi opinión. Por si esto fuera poco,
todos los personajes son extraordinariamente odiosos y las historias de cada
uno de ellos llegan al mismo desenlace, abrazarse entre ellas y decirse lo
mucho que se quieren, fingiendo que esto completa arcos de personaje y haciendo
pasar la cursilería como un final feliz, pero no es así.
La madre que
es cruel y manipuladora con sus hijas sigue siéndolo de principio a fin; la nutrióloga
con visibles problemas psicológicos sigue teniéndolos sin mencionarlos o
resolverlos; la chiquilla malcriada que sueña con ser gorda no abandona su
sueño a pesar de poner en riesgo su salud; la madre que no sabe disciplinar a
su hija malcriada sigue sin saber como educar a su niña… pero ¡Hey! Al final todos
se abrazan y comen pastel, porque eso es lo que se supone que es un final feliz
¿No?
Podría pasar
por alto las malas actuaciones, la vomitiva musicalización, lo despreciable de
los personajes o lo burdo de la trama si por lo menos se consiguiera que esta
supuesta comedia fuese por lo menos un poco chistosa, pero no lo es nunca. Sí,
ya sé, lo digo siempre que puedo: “El humor es subjetivo. Lo que puede ser
gracioso para una persona puede no serlo para otra” y sería hipócrita de mi
parte negar que un chiste soso no me haga reír de vez en cuando, pero cuando eso
es lo único que ofreces en tu “comedia” me parece un insulto, un insulto hacia
el propio publico al cual sólo le estas dando chistes reciclados y gastados sin
ninguna particularidad o giro que los convierta en algo más que bromas sacadas
de un libro de chiste de hace cincuenta años. Lo peor del caso es que hay
potencial aquí, tal vez no como para hacer una producción que gané premios
internacionales o algo así, pero sí para poder tener un producto final mucho
mejor de lo que se termina dándonos. Mediocridad: La soga en el cuello del cine
mexicano comercial que se niega a descartar.
Dulce
Familia: 0/5. Ofensivamente mala.
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