A veces lo
mejor que puede hacer una producción es comprometerse con una visión y esperar
que eso sea suficiente para llamar la atención, puede o no funcionar, pero al
menos el resultado final será consistente; por otro lado, si se intenta hacer
un “cambio de giro” a mitad del proyecto, los resultados difícilmente serán
buenos, y aunque es mera especulación de mi parte, creo que ese fue
precisamente el caso durante la producción de Presencias del Mal, que intento ser una película de terror
tradicional y en algún momento quiso convertirse en algo más psicológico,
haciendo que ninguno de los dos enfoques funcione, saboteándose el uno al otro
más que complementándose.
En Presencias del Mal veremos a una joven
institutriz siendo acosada por fuerzas misteriosas. Kate Mandell (Mackenzie
Davis) es una joven maestra que ha sido contratada para encargarse de la
enseñanza de la pequeña Flora Fairchild (Brooklynn Prince), una huérfana
heredera de una gran fortuna que vive completamente aislada del mundo exterior
y que vive en la enorme y antigua mansión de su familia. El estresante trabajo
de Kate se complica aún más cuando la joven comienza a tener visiones
fantasmales de lo que, probablemente, sean horrendos acontecimientos ocurridos
en la mansión. Sin saber que creer, Kate deberá enfrentarse directamente con el
mal que representa la mansión y sus excéntricos habitantes.
Al principio
el filme toma rápidamente el rumbo de historia de casa embrujada, el cual no es
muy de mi devoción, ya que lo considero una formula muy gastada pero ¡Hey! Sé
que soy la minoría con esa opinión y este escenario se presta para más de un
tipo de historia de horror. Hasta aquí toda más o menos bien, con la atmosfera
tétrica y escenarios tenebrosos que se podrían esperar, pero los problemas
comienzan cuando el filme intenta (y falla) un ángulo más psicológico para
presentar su historia.
El terror
psicológico, al menos en mi opinión, es muy difícil de plasmar ya que debe ser
mucho más sutil, más “tranquilo” (por llamarlo de alguna manera), dejando que
tanto los personajes como el espectador tengan tiempo suficiente para poder interpretar
lo que sucede en la trama, algo que usualmente viene acompañado de un ritmo más
lento, sin embargo Presencias del Mal
quiere hacer este tratado psicológico mediante los recursos de una película de
terror “normal”. Los “jump scares” están a la orden del día, cada uno menos
efectivo que el anterior debido a su frecuencia. En menos de cinco minutos
vemos el mismo recurso de sonio fuerte acompañado de una imagen supuestamente
escalofriante, lo cual puede tomarte por sorpresa la primera vez, pero se usa
con tanta frecuencia que se vuelve predecible y más molesto que aterrador, por
si fuera poco, los efectos especiales por computadora que parece salidos de
casa del terror de feria no ayudan mucho que digamos.
Esto podría
considerarse un spoiler, así que sáltense este párrafo si lo consideran
necesario. El problema más grande de la cinta es que a la mitad de la historia
se pretende poner en duda la salud mental de su protagonista, queriendo hacer
pasar las visiones y hechos sobrenaturales como alucinaciones o simple
paranoia, el problema con esto es que para este momento el espectador ya ha experimentado
estos “hechos sobrenaturales” directamente, a veces sin la presencia de la
propia protagonista, demostrando que los “espíritus chocarreros” son “reales” dentro
de la historia y no una simple alucinación, lo cual la película pretende pasar
por un giro sorpresivo, pero la misma cinta está dando las respuestas incluso
antes de presentar las preguntas.
La
“experimentación” de géneros de horror que nos brinda el filme podría ser
interesante, pero en lugar de complementarse se interponen entre ellos,
haciendo que la trama no tenga una dirección concreta. Lo peor, lo que es casi
imperdonable es el desenlace, o mejor dicho la carencia de uno. La cinta no
tiene una conclusión, simplemente comienza a rodar los créditos a mitad de una
escena y eso es todo, como si a la producción se le hubiese acabado el
presupuesto y no hubiesen podio filmar la escena final. Una cosa es querer ser
críptico con el desenlace de tu historia y otra muy diferente creer que no
tener un final es lo mismo que ser misterioso, lo cual es irritante, no aterrador.
Hay buenas ideas aquí, pero la falta de compromiso por desarrollarlas es lo que
termina haciendo que ninguna de ellas se concrete. Todavía es demasiado pronto
para asegurarlo pero Presencias del Mal se perfila para ser una de las
peores películas el 2020.
Presencias
del Mal: 1/5. Mala.
Mejor que:
La Llegada del Diablo (2018), ¡Boo! (2018).
No tan buena
como: El Niño (2016) ¿Alguien siquiera recuerda esa película? Tambien es mala
pero aun así es mejor que esto.
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