lunes, 14 de julio de 2014

Odio los lunes y la mercadotecnia


Además de los lunes también odio la mercadotecnia. Y no lo digo en una forma hippiesca insinuando que odio el capitalismo y el consumismo que implica, simplemente me puse a hacer algo que no hago muy seguido, me puse a pensar (y juro por Cthulhu que ninguna sustancia ilegal se involucro en el proceso) en cual era la profesión humana más malvada en la actualidad y la mercadotecnia fue lo primero que me vino a la mente. Probablemente no debería de hablar de cosas que ni siquiera alcanzo a entender como la mercadotecnia y la economía en la que se basa ¿Pero cuando me ha detenido mi propia ignorancia en decir algo?
Según San Google, la mercadotecnia es el “Conjunto de técnicas y estudios que tienen como objeto mejorar la comercialización de un producto”. Supongo que esa definición es bastante acertada, pero a mí se me ocurrió otra: “Forma de transearte para hacerte comprar alguna madre que no necesitas”. Creo que ambas definiciones son correctas aunque una de ellas es más atractiva que la otra y eso es precisamente la esencia de la mercadotecnia en acción, y el peor caso es que realmente funciona. Piensen por ejemplo en cualquier comercial de comida y los super mega giga combos de comida que prometen alimentar a toda una familia durante semanas, pero cuando vas y compras ese mismo paquete a duras penas comen dos personas, aunque he de admitir que eso puede ser una apreciación completamente personal basada en mi voraz apetito (insertar broma sobre que soy gordo aquí:____________). Lo curioso es que nunca he conocido a nadie que se queje de no recibir lo que le vendieron, porque seamos francos, la comida que terminas consumiendo en un restaurante (de cómoda rápida al menos), nunca, NUNCA tiene la misma pinta que tiene en el menú.
A pesar de ser una industria en la que se invierten miles de millones, me atrevería a decir que la mercadotecnia por sí misma es probablemente la cosa más inútil del mundo. Piénselo bien, no creo que exista una sola campaña publicitaria que se dedique a dar a conocer un bien o servicio realmente indispensable. Lo que mejor se vende no es el producto en sí, sino de la marca que lo está comercializando. Recuerdo que en la primaria muchos niños llevaban y presumían sus tenis de marca y hacían menos a aquellos que no compartían gustos parecidos, para sorpresa de absolutamente nadie, yo era un blanco fácil, cosa que incluso hoy en día me parece ridícula. Recuerdo que una vez simplemente me arte y dije “¿Tengo que pagar quien sabe cuánto solo para que mis tenis tengan una palomita en la suela? Ni madres, puedo hacerlo yo solo y gratis” Acto seguido tome una pluma y empecé a garabatearme los tenis. Y esas actitudes aparentemente infantiles no han cambiado con el pasar de los años; conozco a más de una persona que gasta mucho más de lo que debería en tener lo más nuevo de Apple, no porque lo necesite o porque su iPad ya no funcione sino porque, como diría el señor Smithers “El sombrero es nuevo”.
Pero eso no es lo peor del caso, cuando ya se ha vendido todo aquello humanamente posible de vender, la mercadotecnia se encarga de crear una nueva necesidad solo para podernos vender la solución o en otras palabra, dando la respuesta a una pregunta que nunca nadie hizo en su vida. El ejemplo más claro (e hilarante) son los infomerciales que pasan en prácticamente cualquier canal de televisión después de las 12 de la noche, donde la carencia del producto que se vende convierte al ser humano en un ser miserable que no puede hacer nada por sí solo y que necesita comprar el solo para poder sobrevivir en su vida cotidiana. Pero si eso no es todo, si llama en los próximos 30 minutos le daremos “gratis” este otro producto que es igualmente inútil pero le hará pensar que la idea de comprar cualquier cosa por televisión no es tan mala o estúpida como suena.
Y es fácil ponerme en un pedestal y decir que todos aquellos que caen en las garras de la mercadotecnia son seres inferiores a mí, pero no se me ocurre una mentira más grande, después de todo ¡YO SOY EL PEOR DE TODOS ELLOS! He comprado más cosas inútiles e inservibles de las que puedo contar y peor aún, seguiré haciéndolo en un vano intento de llenar el insondable hueco que hay en mi alma (o mi estomago, dependiendo de la hora del día). El más reciente ejemplo son las nuevas figuras anunciadas por Nintendo ¿Las necesito? No ¿Son útiles para algo? Realmente no ¿Se verán bien una vez que las tenga acomodadas sobre un estante? Probablemente sí, y en mi débil mentecilla eso es pretexto suficiente para realizar un despilfarro excesivo e inútil.
Esto es solo una forma de quitarle dinero al débil e ignorante... ¡Y no puedo esperar a tenerlas todas!

Y por eso odio la mercadotecnia. Y también los lunes

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