lunes, 7 de julio de 2014

Odio los lunes y los antros


Además de los lunes también odio los antros. Ya sé lo que están pensando ¿Y tu desde cuando vas a antros? Pues para sorpresa de absolutamente todo el mundo, debo decir que por lo menos he ido a un antro una vez en mi vida, y esa ocasión fue más que suficiente para no querer repetir la experiencia, como diría mi compa Edgar, nunca más (¿Ven? De vez en cuando puedo hacer chistes más o menos finos). En esa ocasión no paso nada particularmente malo como para ahuyentarme perpetuamente de la vida nocturna, simplemente clasifique la experiencia en el gran archivo mental de “no es lo mío”.
Entiendo el concepto de los clubes nocturnos, o por lo menos eso creo. Corríjanme si me equivoco pero según mi entender, este tipo de lugares sirven para convivir con la gente, tomar todo tipo de bebidas embriagantes y probablemente más que nada para bailar. Ahora desglosemos esos tres puntos para explicar cuál es mi problema con cada uno de ellos.
Convivir con otras personas: Dejando de un lado mi muy conocido intento de mantener la interacción humana en un mínimo indispensable ¿De verdad los antros son el mejor lugar para conocer gente nueva y crear amistades? Llámenme anticuado, pero en mi opinión la convivencia y la forma de hacer amigos es mucho más compleja que gritarse entre sí y no entender nada de lo que se dicen unos a otros a causa de música ensordecedora, luces aturdidoras y empujones. He odio muchas veces la frase “nos conocimos en el antro y de ahí empezamos nuestra relación” ¿Que tan cierto es eso? Puede que haya sido la primera vez que se vieron, pero no creo que una noche de música y alcohol sea suficiente para ser la base de una relación sentimental ¿Pero quién soy yo para juzgar? Cthulhu sabe que he visto noviazgos que empezaron de forma mucho, mucho peor.
Bebidas embriagantes: Ok, ahora si están hablando mi idioma ¿A quién no le gusta beber con los amigos?  Podría quejarme del conocido uso de drogas y alcohol en los centros nocturnos, pero eso no importa, cada quien mete a su cuerpo lo que se le dé la gana, yo me inyectaría pizza directamente a las venas si fuera físicamente posible. Tampoco me puedo quejar de los weyes que salen completamente ebrios del antro y terminan embarrados en una pared o un poste de luz, en mi opinión eso es darwinismo en su más bella forma ¿Bebidas adulteradas? ¡Qué más da! Si la piratería es parte de prácticamente cualquier producto ¿Por qué habría de ser diferente para el chupe? Mi verdadero y único problema con el alcohol en los antros es el precio. Con lo que compras tres bebidas podrías comprar una botella completa en cualquier otro lugar. Si solo quiero emborracharme lo podría hacer en la comodidad de mi hogar por la mitad del precio que me costaría en un antro, aunque supongo que eso significaría que soy alcohólico… y horriblemente solitario… y depresivo… y probablemente con tendencias suicidas… ¡Pero estaría ebrio! Y no hay nada malo en eso, supongo.
Bailar: Lo admito, simplemente no me puedo quejar de esto bajo ninguna circunstancia. Si les gusta bailar es muy probable que no exista mejor lugar para hacerlo que en un antro, ni como negar eso. Simplemente no es lo mío porque cuento con la coordinación y gracia de una vaca preñada ebria a la hora de bailar, lo que se convierte en un círculo vicioso: no me gusta bailar porque no sé bailar y no sé bailar porque no me gusta bailar.
En lo que sí puedo ver un odio universal de todos los clubes nocturnos, sean aficionados a la vida nocturna o no, es la repulsión por los cadeneros: el típico wey mamado, mamon que usa lentes oscuros de noche (que es la cosa más estúpida en la historia de la raza humana) y que juzga quien es digno de entrar al reino de las bebidas caras y el baile frenético. Sé que es fácil mentarle la madre a estos weyes pero la verdad es que solo hacen su trabajo, si yo estuviera en su posición usaría un sombrero de mago, un bastón y cada que llegará alguien al frente de la fila gritaría “You should not pass!” Entiendo la función de un cadenero, si no regulara la entrada de clientes a un establecimiento ya de por si abarrotado, no solo sería una situación incomoda sino también peligrosa para todos los involucrados, eso lo entiendo bien, lo que no puedo comprender es la forma en que se te juzga digno o no de entrar al lugar. No sé nada de negociosos, pero cuando un cliente llega a tu establecimiento y es seguro que va a pagarte un bien o servicio, no creo que sea lo más inteligente negarle el acceso dependiendo de su forma de vestir o si te cae bien o mal ¿No me van a dejar pasar? ¡Pues púdranse! Me llevare mi dinero a otro lugar. Jódanse, yo me voy.
Como dije al principio, los antros simplemente no son lo mío. Cuando alguien habla de “vida nocturna” todo el mundo piensa en clubes y fiestas, yo pienso en Batman peleando contra el crimen y si eso no es muestra de mi retorcido estado mental, entonces no sé que sea.
Y por eso odio los antros. Y también los lunes.

2 comentarios:

  1. Amé la frase de ¡la vaca preñada ebria! XD
    A mí si me gusta "intentar bailar" puesto que no sé, sin embargo concuerdo contigo en todo lo demás, para mí las conversaciones son las que sirven para establecer amistades y relaciones significativas; el alcohol es más caro en los antros y la "selección" para entrar me parece una burla que perpetua los estereotipos y las exclusiones sociales. Así que me uno a ti "odio los antros" =)

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  2. Que tanta Verdad dices de los centros nocturnos, no permiten la platica sana, ni beber alcohol en esos lugares es la costoso, pero como dices en tu punto 3 es por el baile, por lo que el 90 % de la gente acude a esos lugares. Yo fui varias veces a esos lugares. En fin hoy no puedo decir que te falto algo por que en los puntos mencionafos estan bien desarrollados. Aprende a bailar y conoce el.otro lado de la botella.... a no moneda. Atte. Wtf pd casi hago un pancho.

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