Además de
los lunes también odio las campañas políticas. Sé que es una manera un poco
extraña de decirlo ¿Por qué específicamente
odiar la campaña y no a toda la política en general? Sencillo, porque decir “odio
la política” me parece demasiado obvio, como decir “odio golpearme el dedo
chiquito del pie en la pata de la mesa”, ¡duh! nadie en su sano juicio podría disfrutar
algo así; además, siempre he dicho que mi conocimiento sobre política es tan vasto
como mi conocimiento en física cuántica, pero incluso con mi muy obtusa forma
de pensar existen cosas que resultan simplemente obscenas, se tenga la postura
que se tenga en cuanto a política, y una de esas cosas que resultan imposibles
de defender es la manera en que se desarrollan las campañas políticas.
El derroche
de recursos en campañas no es absolutamente nada nuevo y es tan obvio que es
imposible ignorarlo por más que se intente. Un ejemplo es lo que está
ocurriendo en Guadalajara (digo, bien podría ser en otros lados también pero
como yo solo estoy en Guadalajara, solo de la situación ahí es de la que puedo
hablar): en cada semáforo de la ciudad ya es posible ver a los partidarios de
los próximos contendientes electorales de cada partido… más o menos. ¿Por qué más
o menos? Porque toda la publicidad que he visto hasta el momento no es para
apoyar a un candidato sino a los PREcandidatos.
La propia noción
de tener pre-candidatos me es absurda en muchos niveles. De nuevo, teniendo un
conocimiento casi nulo sobre política, esto de tener pre-candidatos solo me
dice que todo partido político que tiene pre-candidatos los tiene porque la estructura
del partido es un desmadre, incapaz de tomar decisiones en común que, según yo,
debería ser algo sencillo si todos sus integrantes se encuentran bajo la
bandera de un mismo partido pero aparentemente ese no es el caso y lo que cada
quien busca es llevar más agua a su molino en lugar de verdaderamente buscar un
bien común. Otro punto importante ¿A los mismos militantes (fuera de los
propios pre-candidatos) verdaderamente les importa un carajo quien resulte el
candidato oficial al final de tanto circo? Digo, si es que muchos hacen
berrinche porque su gallo no resulto el candidato elegido, no creo que los
lleve a cambiar de partido o algo así, y si lo hace eso solo demuestra lo
profundo de su “compromiso” con su partido. Tal vez solo sea idea mía, pero
pienso que sería mucho más útil mostrar unidad bajo un mismo estandarte en
lugar de dividir recursos en monos que a final de cuentas van a vestir la misma
camiseta.
Luego
tenemos a los candidatos, sus rostros, nombres y el partido que quiere
postularlos inundando todos los medios con el único propósito de darse a
conocer ¿Lógico? Tal vez, pero hago enfático el hecho de que lo único que se
conoce de ellos SU NOMBRE, SU ROSTRO Y SU PARTIDO. ¿Qué tiene de malo? Bueno, quizá
esos tres datos sean suficientes para que alguien pueda decidir por el mejor
candidato, pero no para mí. Todos los candidatos se nos venden como la mejor opción,
la nueva esperanza de la política mexicana, pero el punto clave es que solo nos
dicen que lo son pero no nos dicen porque. De tanto pinche monigote no conozco
ni una sola propuesta o postura que pretendan implementar, peor aún, en muchos
casos ni sé cuál es el puto puesto al que están aspirando, lo cual puede que
solo refleje mi indiferencia y/o estupidez en cuanto a política, pero ese es
exactamente el punto, debería de ser el candidato el que llame mi atención con
sus propuestas e ideología, no porque “me caiga bien” o porque “se ve bien en
la tele” (y aunque ya lo dije antes, tengo que repetirlo de nuevo: ¡Vayan a chingar
a su re-putisima madre todos aquellos que basan su voto en que el candidato “se
ve bien guapo en la tele”! Si la pendejes fuera un crimen, ustedes serían los
criminales más grandes del país).
Supongo que
eso de dar propuestas es demasiado complicado, así que la segunda mejor opción es
la llamada “guerra sucia” (contraria a todo lo demás que se relaciona con la
palabra “guerra”, que como sabemos es sinónimo de elegancia y civilidad), donde
el político no tiene que convencerme de que es el mejor, solo tiene que
esforzarse para que sus contrincantes se vean peor que él. Es como si yo dijera
“Soy un completo imbécil, pero por lo menos no soy tan imbécil como el wey de
enfrente”. Esto al final me deja en una incómoda situación: a la hora de votar
tengo que hacerlo, no por la mejor opción, sino por la que sea la menos peor,
que aunque lo parezca no es la misma cosa. Todo esto solo me causa repulsión por
la política mexicana, y eso que no sé prácticamente nada sobre ella pero algo
me dice que si la conociera mejor lo único que me provocaría sería una depresión
que me haría contemplar el suicidio como una idea atractiva, eso o huir tan rápido
del país que no me verían ni el polvo. A l
final todo se reduce a un simple concurso de popularidad, donde los ideales y
las propuestas no son artículos de primera necesidad y es más importante que el
candidato sea famoso a que sea el adecuado… o inteligente… o preparado… o que
tenga la más mínima idea de lo que está haciendo.
Y por eso
odio las campañas políticas. Y también los lunes.
Estaríamos mejor con lopez obrador lol...
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