Creo que a
todo el mundo le gusta el azúcar, sobre todo a los niños, sin embargo, aunque
ese gusto nunca desaparece realmente, al crecer la gama de sabores que
apreciamos va cambiando, dejando un poco atrás ese gusto “infantil” por lo
dulce. Hago esta analogía en primer lugar porque soy gordo, todo el tiempo
pienso en comida, pero también porque al hacerlo me resulta más fácil hablar de
la impresión que me dio WiFi Ralph, ya
que aunque no puedo decir que sea mala, nunca pude dejar de pensar que la disfrutaría
realmente si fuera un niño y no el anciano amargado que soy ahora.
En WiFi Ralph nos encontraremos una vez más
con Ralph El Demoledor y su amiga Vanellope. Con el tiempo Ralph ha podido
apreciar su propia vida como personaje de videojuego, disfrutando su rutina
diaria de “trabajar” en el Arcade por el día y pasar el rato con su amiga
Vanellope durante la noche, sin embargo, la propia Vanellope comienza a sentir
que hay “algo” que falta en su vida y que la rutina no puede darle. Cuando
inesperadamente la máquina del juego “Sugar Rush” donde vive Vanellope se
rompe, ella y Ralph se adentran al maravilloso y extraño mundo del internet
para buscar la pieza dañada y reparar la máquina, un viaje que pondrá a prueba la
amistad entre ambos.
WiFi Ralph es en primera instancia una película
infantil. Aquí otra noticia de última hora: El agua es húmeda ¿Por qué siento
la necesidad de señalar lo que es más que obvio? Porque de lo contrario se podrán encontrar muchísimas
“fallas” en la historia y sus personajes, “errores” que no son más que cuestión
de perspectiva. Muchas situaciones en la película parecen no tener sentido al
principio, pero evidentemente muchos conceptos son simplificados para hacerlos
más accesibles. Ya sabemos que el internet no es una tierra mágica de fantasía,
o que los virus de computadora no se generan de manera espontánea y un sin número
de situaciones aparentemente incoherentes, escenarios que un adulto cínico no podrá
dejar de mencionar, pero que a un niño pequeño no le importaran en lo más mínimo
y que, a final de cuentas, son detalles que no afectan demasiado a la trama
principal. Es como quejarse de que haya animales que hablan en una fábula, ya
sabemos que eso es imposible porque los animales no hablan en el mundo real,
pero ese es el punto, el mundo que se nos presenta NO es el mundo real en el que
vivimos.
El siguiente
es un detalle que no dejé pasar a Sony en Emoji:
La Película y mucho menos voy a excusar a El Malvado Imperio Galáctico
Disney cuando hace prácticamente lo mismo. La producción se siente como un
comercial para vender sitios y aplicaciones populares de internet, lo cual no
deja de sentirse como una estrategia manipuladora y poco ética, sobre todo
cuando tu producto va dirigido a un público infantil. Twitter, Facebook,
YouTube, entre otras páginas populares forman parte de la historia, algunas sólo
para hacer chistes en una escena, pero otras, principalmente eBay, son un
elemento importantísimo para el desarrollo de la trama, y si me permiten
ponerme mi gorro de aluminio de conspiranoico de internet, no estoy muy seguro
de que este tipo de detalle sea demasiado sano que digamos. Sí, estoy
sobreanalizando todo el asunto, y aunque esa no sea la intención del filme, no
dejo de pensar que gran parte del mensaje del filme es que el consumismo y la
popularidad son lo más importante en el mundo y el único camino a la felicidad.
Tal vez sólo soy alarmista sin necesidad, pero ese es un mensaje que no me
parece demasiado sano para un niño pequeño.
Voy a
intentar dejar de lado mi visión de disque “adulto” por un momento para hablar
de lo que si me gustó de la producción. La animación es bastante buena y la relación
entre los protagonista logra dar algunas sorpresas y aunque nunca se aleja del
camino conocido de “aceptación y amistad” del 99% de películas para niños, los
personajes logran tener verdadero crecimiento y nos ofrecen situaciones
interesantes en cuanto a su relación. Ya
pasaron más de cinco segundos, así que volvamos a la amargura: Los diseños de personajes
son agradables a la vista pero no pude dejar de sentir cierto grado de Deja Vu
con algunos de ellos; la mitad de los personajes parecen salidos de Intensa-Mente y la otra mitad de figuras
de Funko Pop.
Lo intenté, créanlo
o no lo intenté, pero no salí satisfecho del cine después de ver WiFi Ralph, lo cual fue una sorpresa
para mí ya que la primera Ralph El
Demoledor me encantó y esperaba tener una reacción similar con esta
secuela, pero no fue así. No, no pienso que sea reprobable o poco sana para un
niño pequeño, de hecho su mensaje sobre amistad es bastante adecuado para el
tipo de público que se pretende alcanzar, es todo lo que lo que rodea ese
mensaje lo que no deja de darme mala espina, detalles que un niño chiquito
nunca notará ni le importará. La película tiene momentos muy graciosos que
lograron desvanecer mi cinismo por un instante y hacerme reír genuinamente, los
personajes son verdaderamente entrañables y en general la producción resulta
divertida. Si van con la intención de pasar un buen rato en familia, esta es
una opción… pero si me preguntan, preferiría ver otra cosa que un comercial de
hora y media de productos de Disney, uno que es divertido, eso sí, pero un comercial
que pretende vender un producto más que contar una historia.
WiFi Ralph:
2/5. Meh
Mejor que:
Emoji: La Película (2017).
No tan buena
como: Ralph El Demoledor (2012), La Gran Aventura Lego (2014), Batman Lego: La Película
(2017). Esas últimas dos también son comerciales que nos venden un producto, la
diferencia es que su intención es menos descarada, dando prioridad al humor y
su historia, que es precisamente lo que le hizo falta a WiFi Ralph en mi opinión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario