No sé a qué
se deba, tal vez es cansancio, tal vez ya se me acabaron las palabras, tal vez
me doy cuenta de que en realidad a nadie le importa, el punto es que cada vez
me es más difícil expresar los comos y los porqués de lo malo que, en mi
opinión, tiende a ser el cine mexicano comercial. Tomen por ejemplo Placa de Acero, una producción que
intenta ser un híbrido entre comedia y acción que fracasa en el intento, pero
en esta ocasión dicho fracaso no me provoca la rabia usual, desilusión o
tristeza, así que me voy por la vía fácil a repetir lo que he dicho muchas
veces antes: No es la peor que haya visto en mi vida, pero eso no significa que
sea buena. Ni de cerca.
En Placa de
Acero veremos las desventuras de un grupo de policías. Roberto Recto (Alfonso
Dosal) es un elemento modelo recién salido de la academia de policía dispuesto
a servir a su comunidad. Durante sus primeros días en su nuevo trabajo como
agente de la ley, Roberto es asignado a patrullar junto con el oficial Vázquez
(Adrián Vázquez), un policía corrupto, flojo y sínico, es decir, la imagen
opuesta del propio Roberto. Aun con sus diferencias, los policías tendrán que
aprender a trabajar juntos para atrapar a una banda de narcotraficantes que
está distribuyendo una nueva y peligrosa droga por toda a la ciudad.
La película
está cimentada en tantos clichés como es humanamente posible, siendo la típica
historia policiaca de “pareja dispareja” y aunque sus intentos de humor tratan
de disfrazar lo predecible de su trama, en ocasiones lo único que logran es
acentuarla. Lo que debo reconocer es que, por lo menos, el humor no se siente
tan forzado, digo, eso no lo hace gracioso, pero los personajes no se sienten
como que estén buscando “hacerse los chistositos”, no todo el tiempo al menos,
aunque eso sí, yo no soy de aquellos que piensan que escuchar decir “pendejo”.
“me la pelas”, “baboso” y otras tantas frases similares sean equivalente a
contar un chiste, algo que la producción sí cree y por ello abusa de ese
recurso.
Otro
problema que se arrastra casi desde el principio es que se trata de mantener un
poco de seriedad en la trama, pero esto hace que muchas escenas que se intentan
tomar como dramáticas y emocionantes solo terminen convirtiéndose en comedia
involuntaria. El desenlace quiere simular el clímax de una película de acción
“seria”, con los personajes peleando a mano limpia y dialogando entre ellos
como si fuesen dos caricaturas, lo cual podría ser graciosos de no ser porque
la producción pretende que se tome la secuencia con toda seriedad. En este caso
pienso que el querer mantener un tono serio fue un desperdicio ya que, al estar
basándose en formulas ya establecidas, esta pudo ser una buena oportunidad para
parodiar dichas convenciones, lo cual tampoco es precisamente original pero
ayudaría a balancear un poco lo desigual que se siente su uso de la comedia y
la acción.
Como es de esperarse
(tristemente), el guion está lleno de agujeros argumentales, muchos de los
cuales pretende justificar mediante comedia, pero eso termina siendo una pobre
excusa para un guion que se siente bastante flojo por momentos. Los personajes
siempre llegan en el momento preciso para escuchar a “los malos” monologando sobre
sus planes malvados, o comportándose de manera totalmente irracional con tal de
tratar de contar un chiste, como cuando por ninguna razón más que provocar un
poco de comedia física barata, los policías llevan esposado a un informante
directamente a un escondite de narcotraficantes, no porque o necesiten, no
porque tenga información relevante, sino solamente para tener a alguien con
quien tropezar y caer al suelo repetidamente. Sé que muchos consideran que una
comedia no debería de estar tan comprometida con ser verosímil, y tienen razón,
pero para que esto funcione el tono debe ser una constante, no cambiar de
comedia a “seriedad” sin ton ni son.
Ya no sé qué
decir. Puedo apreciar el intento de darnos una comedia que vaya más allá del
chiste ”de pastelazo” o “albur barato”, es más, aquí entre nos hasta estoy
agradecido de que la producción no sea otra insípida comedia romántica, pero el
producto final deja mucho que desear. No sé si el guion originalmente era una
historia policiaca de verdad y solo hasta después se le inyectaron los
elementos cómicos o si era una comedia que quiso tener una trama más seria, el
punto es que la combinación no funciona, por lo menos no en la forma en que la
presenta Placa de Acero. La película
se queda a unos cuantos pasos de llegar a esa mítica zona de ser “tan mala que
es buena”, pero se queda a medio camino, es decir, simplemente es mala. No dudo
que puea entretener a más de uno, pero francamente no creo que valga el boleto
de entrada, a lo mucho verla cuando la den por televisión abierta y no haya
otra cosa mejor que hacer.
Placa de
Acero: 1/5. Mala.
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